líneas zambullidas en el devenir completo de la ciudad,
las luces se han apagado, comienza la mañana en un estado ensimismado,
caminando la gente sube y baja con manos ocupadas y sonrisas escasas,
los buses a cierta hora se desbordan de sardinas, y otros caminamos,
a falta de razón, fotografiando nuestro recoveco mental en esta ciudad con plantas en los techos.
rayo incandescente, la mirada se evapora,
se deslinda de su dueño,
se enamora fugazmente para desleírse por instantes de la tierra que pisa,
el tiempo congelado le masca los dedos, recordándole que está prohibido alucinar hoy.
niños de blancos mandiles cruzan una calle alejada del tumulto,
aparecen como espectros de la memoria infértil
de nuestras penas antiguas.
El ciego que dio la vuelta al mundo sin ayuda
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James Holman viajó a lo largo de toda su vida la increíble distancia 280000
kilómetros, casi la misma distancia que nos separa de la luna, más de lo
que nu...
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